TALLER PEDAGÓGICO DE CIENCIAS NATURALES
FECHA: 21 DE ABRIL 2017
GRADO: 7°2
HORA: 1 Y 2
Encuentro: Buenos días para todos hoy van a conocer acerca del tema excreción en
los seres vivos
Ver: ¿Que función cumple la excreción en los seres vivos?
Conocer: Van a leer la historia SOY El RIÑÓN DE JUAN y responder el cuestionario
Hacer: Van a
responder el cuestionario que se
encuentra después de la lectura
Valorar: La próxima clase
socialización de la actividad
SOY El RIÑÓN DE JUAN
Mis funciones serán vulgares y poco estimadas pero
yo soy el gran químico de todo el cuerpo humano.
Como los demás órganos de Juan, tengo muy pocos
encantos: soy de color castaño rojizo, de forma de habichuela y tamaño como su
puño aproximadamente. Yo soy el riñón derecho de Juan: mi compañero está
situado al otro lado de la región inferior de su columna vertebral.
Juan tiene un concepto muy deprimente de mí. Cree
que soy tan sólo el productor de un líquido muy vulgar: la orina; y me juzga
como unidad secundaria para la eliminación de desechos. ¡Imagínese ustedes!
En realidad, soy el químico maestro del organismo
de Juan. Y el principal sistema que tiene Juan para deshacerse de sus
desperdicios no es el tubo intestinal: soy yo. A través de mí está pasando
constantemente la sangre, que yo limpio y filtro, librándola de residuos
mortales en potencia. Obro como acicate para ayudar en la producción de
glóbulos rojos; vigilo el potasio, el cloruro sódico y otros compuestos
disueltos en su sangre.
Si cualquiera de ellos aumentara o disminuyera una
pizca con respecto a lo normal, podría provocarle la muerte. Regulo el
equilibrio del agua, vital, porque las células de Juan se ahogarían si hubiera
mucha en su organismo, y él se “secaría” si le quedara poco agua.
Procuro que su sangre no esté demasiado ácida ni
demasiado alcalina. En realidad, hago tantas cosas a favor de Juan, que los
médicos no han determinado todavía el catálogo de mis actividades. Vean ustedes
mi anatomía. Aunque sólo peso 150 gramos, estoy formado por más de un millón de
unidades filtrantes pequeñísimas, llamadas nefronas. Con un microscopio potente
se ven como si fueran gusanos con una cabeza abultada y una cola retorcida que
se llama túbulo.
Entre mi compañero y yo filtramos cada hora el
doble del volumen de sangre que circula por el cuerpo de Juan. Y diría yo,
además, que en una labor del filtrado sumamente compleja. No dejo que pasen por
mis finos filtros glóbulos rojos, ni otras partículas grandes de proteínas
sanguíneas que son esenciales, pues si así lo hiciera se perderían en la orina,
con resultados tan rápidos como calamitosos para Juan. En mis túmulos se
reabsorbe el 99% del fluido. Las imprescindibles vitaminas, los aminoácidos, la
glucosa, las hormonas, etc., vuelven también al torrente circulatorio aunque
descartando el exceso de cualquiera de ellos.
Así, por ejemplo, si Juan ha comido dos buenas
raciones de flan, en su orina podrá aparecer tal cantidad de azúcar que se
confundiría el médico y le diagnosticaría una diabetes. Si come pescado ahumado
o cualquier otro plato con abundante sal, y yo no se la extraigo de la sangre,
se pondrá en verdadero peligro. La sal retiene el agua. Cuando se deja que la
sangre esté demasiado salada, el exceso de líquido se empieza a acumular en
ella y en los espacios intercelulares. La cara, los pies y el abdomen de Juan
se empiezan a hinchar, y al cabo de un tiempo su corazón, a fuerza de aspirar e
impeler cada vez más litros del fluido retenido, acabaría fallando y parándose.
El potasio (procedente sobre todo de la carne y los zumos de frutas) requiere,
también, en la misma medida mi atención vigilante. Si escaseara, los músculos
empezarían a flaquear, en especial los músculos respiratorios. Una pizca de
más, obra como freno sobre el corazón y puede incluso detenerlo completamente.
Yo, si más, elimino el exceso. En cambio, si Juan no ingiere bastante potasio
en sus comidas, atesoro como un avaro el que le pueda quedar en el cuerpo.
El residuo más abundante en que debo ocuparme es la
urea, producto final de la digestión de las proteínas. Como todos los demás,
este compuesto debe guardar un equilibrio preciso. La poca urea es señal de
trastornos de mi vecino de arriba: el hígado. Cuando hay mucha se debe pensar
en una de las enfermedades que menos gustan a los médicos: la uremia. Este
nombre quiere decir presencia de urea en la sangre y, si no se domina, es un
mal que puede llevar al choque, el coma y la muerte. Cuando la urea se acumula
en la sangre, el organismo hará esfuerzo heroico para librarse de esta asesina.
Hay veces en que aparece sobre la piel del enfermo una como “escarcha” de urea,
formada por cristalitos blanquecinos de esta sustancia que expelen la glándulas
sudoríparas, con el fin de ayudar al organismo a desintoxicarse. Pero Juan
tampoco tiene que preocuparse por eso. Puede comer todos los filetes que
quiera, pues yo me ocupo de eliminar el exceso de urea que le puede resultar
por su afición a la carne si sus riñones funcionan bien.
Luego de realizar la lectura resuelve el
siguiente taller
1. Escoge la respuesta correcta. ¿De qué
se habla en el texto?
a.
De la historia de una habichuela.
b.
Del funcionamiento del pulmón.
c.
Del funcionamiento del riñón.
d.
De la comida de Juan
2.
¿Enumera
las sustancias que son filtradas por los riñones?
3.
¿Qué
sustancias de la dieta proporcionan potasio al organismo?
4.
¿Qué
enfermedades se pueden detectar a través
de la presencia de elementos anormales en la orina?
5.
¿Por
qué se afirma que los riñones contribuyen a la homeóstasis del organismo?
6.
¿Qué
se puede concluir si se detecta que en el organismo hay unos niveles de urea
más altos de lo normal?
7.
¿Qué
ocurriría con el organismo de Juan si este consumiera comidas muy altas en sal?
Consulta
·
¿Qué es la nefrona y cuál es su función?
·
En el hombre la uretra cumple una segunda
función ¿Cuál es?
·
¿Dónde se forma la orina?
·
¿Cuántos litros de orina se producen en el
ser humano cada día?
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